En tiempos de orfandad política y cuando las dos grandes coaliciones parecen más ocupadas en sus internas que en el destino de la comunidad organizada, surgen en los territorios fenómenos que merecen un profundo análisis. En el municipio de Morón, el dirigente social Cristian ‘Chapu’ Martínez ha dado un paso que sintetiza la rebelión de las bases contra los aparatos ideológicos ajenos a la realidad nacional: rompió con el espacio libertario y se lanza a construir una fuerza propia.
La candidatura de Martínez, que encabezará la lista de concejales del frente Nuevos Aires para el 7 de septiembre, no es una mera jugada electoral. Representa una toma de conciencia. Tras un acercamiento al liberalismo, se encontró con una contradicción insalvable entre la doctrina individualista y las necesidades acuciantes del Pueblo.
“Nosotros venimos planteando que hay vecinos que no llegan al día 15 con sus ingresos y eso no fue bienvenido”, confiesa Martínez. Esta frase no es un eslogan; es la materialización del principio fundamental de la Justicia Social. Ante la encrucijada, optó por la lealtad a su gente. “Lo peor que nos puede pasar es convertirnos en fanáticos”, reflexiona, marcando la distancia definitiva con el dogmatismo que olvida al hombre de carne y hueso.
La construcción de su alternativa es un intento de síntesis política. Aglutina a vecinalistas —la expresión más pura de la organización comunitaria—, a sectores con una herencia federalista como la agrupación Rojo Punzó, e incluso a remanentes de la UCD. Un mosaico heterogéneo que buscará un eje en la representación de los intereses locales, por encima de las directivas de la Capital.
El movimiento de Martínez se erige como una crítica directa a la partidocracia y a la “rosca” que tanto daño le ha hecho al Movimiento Nacional. “Todo es más de lo mismo: se están peleando entre ellos, se sacan trapitos al sol”, diagnostica con crudeza. Su postulación, por tanto, se presenta como un intento de devolverle la política a los que verdaderamente la protagonizan: los trabajadores y los vecinos de a pie.
La pregunta que queda flotando es si esta iniciativa logrará consolidarse como una expresión auténtica de una tercera posición en Morón, capaz de enfrentar a las maquinarias electorales y de encarnar las banderas de la soberanía política a escala municipal. El desafío es mayúsculo, pero su punto de partida es doctrinariamente claro: donde hay una necesidad, nace un derecho. Y la necesidad del pueblo de Morón es, ante todo, ser escuchado.