El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) fue fundado en Argentina en 1968 con el objetivo de promover y desarrollar la industria cinematográfica del país.
Durante décadas, desempeñó un papel crucial en la producción, distribución y promoción del cine argentino, contribuyendo al florecimiento de la industria audiovisual nacional.
A lo largo de su historia, el INCAA enfrentó diversos desafíos. Sin embargo, también fue elogiado por su papel en la difusión del cine argentino tanto a nivel nacional como internacional, así como por su apoyo a cineastas emergentes y proyectos culturales.
La decisión de cerrar el INCAA, tomada por el presidente Javier Milei cumpliendo su promesa de campaña y esto siendo aprobado por seis de cada diez argentinos que lo votaron, ha generado opiniones encontradas en la sociedad argentina.
Quienes apoyan el cierre argumentan que el INCAA era, según por ejemplo, la Dip. Lemoine, una institución obsoleta y burocrática, que consumía recursos públicos sin generar un impacto significativo en la industria cinematográfica. Ven la medida como una forma de reducir el gasto estatal y fomentar un ambiente más competitivo para los cineastas y productores independientes.
Por otro lado, aquellos que se oponen al cierre del INCAA sostienen que la medida representa un golpe devastador para la industria cinematográfica argentina.
Argumentan que el instituto desempeñaba un papel fundamental en la protección y promoción del cine nacional, así como en el apoyo a proyectos que de otra manera no podrían realizarse. Temen que el cierre del INCAA resulte en la pérdida de empleos, la disminución de la producción cinematográfica nacional y la pérdida de diversidad cultural en la pantalla grande.
En última instancia, el cierre del INCAA marca el final de una era en la industria cinematográfica argentina y plantea interrogantes sobre el futuro del cine nacional bajo el gobierno de Milei.