La Virgen María, madre de Jesús y madre de la Iglesia, es también la madre del pueblo argentino, que la veneran con distintas advocaciones y le rinden homenaje cada 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción. Este dogma de fe, proclamado por el Papa Pío IX en 1854, afirma que María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción. Así, María es el modelo de santidad y pureza para los cristianos.
La devoción a la Virgen María, en Argentina, tiene una larga historia, que se remonta a los tiempos del Virreynato. Una de las primeras imágenes que llegaron fue la de Nuestra Señora del Buen Ayre, que dará nombre a la ciudad portuaria. Otra imagen muy antigua y milagrosa es la de Nuestra Señora de Luján, que se quedó en las orillas del río Luján por voluntad divina y se convirtió en la patrona de Argentina. También son muy queridas por nuestro pueblo otras advocaciones marianas, como la Virgen del Valle de Catamarca, la Virgen del Milagro de Salta, la Virgen de Itatí de Corrientes, la Virgen de la Merced como patrona del Ejército Argentino, la Virgen del Rosario de San Nicolás, la Virgen del Carmen de Cuyo, entre muchas otras.
La Virgen ha acompañado a nuestro pueblo en sus momentos de alegría y de dolor, de lucha y de paz, de unidad y de diversidad; ha sido testigo de la historia de la nación, desde su nacimiento hasta la actualidad, inspirando a nuestros próceres, a los mártires, a los artistas, a los deportistas, a los trabajadores, a los estudiantes, a los enfermos, a los pobres, a los niños, a las mujeres, a los ancianos, a los migrantes, a los nativos, a los afrodescendientes, a todos los que conforman la rica y variada identidad argentina.
En este contexto, la Virgen María es una guía espiritual para muchos de nosotros, que la veneramos con distintas advocaciones y le rendimos homenaje en diferentes santuarios. La Virgen nos aporta su guía espiritual a los que estamos en esta línea de trincheras resistiendo esta batalla cultural, desde distintas perspectivas o visiones. Para algunos, María es una fuente de valores, principios, consuelo, esperanza o inspiración, que nos ayuda a defender ideas, el diálogo, el bien común, el respeto, a promover la justicia, a construir la paz, a cuidar la vida, a servir al prójimo, a amar a Dios. Para otros, la Virgen es una figura de referencia, de identificación, de pertenencia, de tradición, de cultura, de religiosidad popular, de expresión espiritual, de manifestación social, de celebración colectiva, de memoria histórica, de símbolo nacional. En otros, la Virgen María es una invitación al cuestionamiento, al cambio, a la renovación, a la liberación, a la rebeldía, a la transformación, a la creatividad, a la diversidad, a la pluralidad, al compromiso, a la solidaridad.
Nuestra comunidad nacional está dando una batalla cultural entre sectores ideológicos representados por posturas políticas de extracción europeístas, que tienen visiones opuestas o contrapuestas sobre nuestra identidad nacional. Esta batalla no solo se viene expresando en el debate público, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las manifestaciones populares, en las elecciones, en las leyes, en las políticas públicas, en las instituciones, en la educación, en la cultura, también en nuestra fe espiritual. Algunos de los temas o conflictos que forman parte de esta batalla tiene que ver con el aborto, la educación sexual, los derechos humanos, la memoria histórica, la economía, la pobreza, la corrupción, la seguridad, la soberanía, la integración regional, el rol del Estado, la libertad individual, la organización sindical, etc.
Es por eso que cada 8 de diciembre, le expresamos nuestra gratitud, nuestra admiración, nuestra confianza y nuestro cariño a la Virgen María que la sentimos como una madre cercana, tierna, compasiva y misericordiosa. Y renovamos una vez más nuestro compromiso de seguir su ejemplo, de imitar sus virtudes, de acoger su mensaje, de cumplir su voluntad, de amar a su hijo Jesús y de contribuir por la paz en nuestra patria y en la tierra.
Luis Gotte
La pequeña trinchera