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    EL FIN DE UNA ERA: El régimen político bonaerense en crisis

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    Desde la federalización de CABA y la fundación de La Plata como nueva capital de la Provincia de Buenos Aires en 1880, hemos tenido 93 gobernadores en 143 años de historia. De ellos, 49 fueron interventores militares, 16 asumieron antes de la Ley Sáenz Peña en 1912 y solo 14 fueron elegidos con el voto femenino en 1952. Entre Rocha y Kicillof, 15 nacieron en la provincia, 4 fuera y el resto en la Ciudad del Buen Ayre. Desde 1902, solamente 14 gobernadores lograron cumplir sus 4 años de mandato, mientras que tres murieron de forma inexplicable durante 1913.

    Este constante cambio de liderazgo político ha impedido que se logre continuidad en los proyectos políticos, llevando a actuar a corto plazo y no comprender ni asesorar adecuadamente sobre la realidad de la provincia. En efecto, nuestro régimen municipal actual está agotado y ha llegado a su fin, ya que no ofrece soluciones al pueblo bonaerense y profundiza, aún más, la actual crisis.

    Nuestros municipios se rigen por el Decreto militar 6.769, que el Gral. de Brigada Emilio A. Bonnecarrére entregó al gobernador electo Oscar Alende en 1958 y que sigue vigente en los 135 municipios. Ningún gobierno civil ha pretendido derogarlo, excepto el fracasado intento del ex gobernador justicialista Antonio Cafiero. Esto demuestra claramente que el poder político bonaerense desconfía de toda descentralización política y del federalismo como forma de gobierno.

    La conducción política parece concebir el poder político como un fin para imponer una ideología al pueblo en su conjunto. Tienen una concepción personalista de la gestión pública, producto de una formación política materialista adherente a la línea británica de la Internacional Progresista. Establecen una simbiosis entre el “yo político” y el Estado, donde “L’État, c’est moi”.

    Existe una convicción de que, detrás de las disputas políticas, se encuentra una lucha de clases y una relación de amigos-enemigos, lo cual ha derivado principalmente en una confrontación entre la región surera-campera y el eje Conurbano-La Plata. Esta polarización de “ellos o nosotros” terminará dividiendo a la provincia de Buenos Aires en dos si persiste.

    Todo buen político sabe que una masa inorgánica y desorganizada no puede ser conducida. Una provincia en la que aumenta la violencia social, el narcotráfico, la inseguridad, etc., se vuelve irracional. El pueblo bonaerense es bueno y paciente, pero lo están embruteciendo. Si creen que podrán tenerlo sumiso y obediente con relatos de miedo y promesas de un futuro feliz, cometen un grave error de comprensión de la situación.

    La provincia de Buenos Aires, corazón político y económico de Argentina, se encuentra en un punto de inflexión. El actual régimen político, que ha administrado la provincia durante décadas, está en crisis.

    Esta situación se debe a una serie de factores interrelacionados. La inestabilidad política ha sido constante en la historia reciente de Buenos Ayres, dificultando la implementación de políticas a largo plazo y generando incertidumbre y descontento entre la población.

    Además, los problemas económicos han exacerbado la crisis política. Las altas tasas de desempleo y pobreza han alimentado el descontento social y profundizado el caos.

    La falta de confianza en los líderes políticos y las instituciones gubernamentales también contribuye al descontento social y la inestabilidad política. Además, la incapacidad del régimen municipal para brindar soluciones efectivas a los problemas sociales y económicos indica que también está en crisis y necesita una pronta discusión política.

    Es evidente que se requieren cambios significativos para superar este escenario destructivo. Se necesita un nuevo enfoque que priorice las necesidades a largo plazo de los bonaerenses y se base en una comprensión sólida de la realidad de la provincia. Un liderazgo visionario, que confíe plenamente en su pueblo, descentralice y fortalezca el sistema municipal desde una mirada federal, es fundamental para lograr una provincia de Buenos Aires más estable y próspera.

    En conclusión, aunque Buenos Aires enfrenta una importante crisis política, también es una oportunidad para el cambio y la renovación. Para una Comunidad Organizada. El fin de una era puede ser el comienzo de otra, con nuevas ideas, nuevos líderes y nuevas soluciones para los desafíos que enfrenta la comunidad provincial de los bonaerenses.

    Para lograrlo, es necesario que la provincia de Buenos Ayres sea auténticamente federal y que sus 135 municipios gocen de plena autonomía municipal.

    Luis Gotte
    La pequeña trinchera
    Mar del Plata

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