Los kibutz son definidas por las enciclopedias como comunidades organizadas para la producción agrícola. El Estado de Israel desde Golda Meyer en adelante ha sido el territorio donde se les da garantías jurídicas para la vida comunal. El primero fue fundado en 1909 en Siria, al sur del Imperio Otomano: Degania. Existe una discusión entre si ese fue un kibut propiamente dicho o tenía características dimensionales menos espaciosas. Se creó bajo la inspiración de León Tolstoi, pacifista, como modo de resistencia a los totalitarismos. El pensador Dov Ber Borojov ha sido quien tuvo ideas más concretas para trasladar la utopía del escritor. Aaron David Gordon tomando también al autor de “Guerra y paz” habló de que lo central de las comunidades es la interdependencia y la autodeterminación en la población.
La tradición cultural es un elemento clave para la pertenencia y trabajo en las comunidades, planteándose como modelo humanitario predominando por sobre otras concepciones: defender el trabajo colectivo pero con una lógica que no es la de una empresa, no es la de un Estado.
Han sido fundados como resistencia al totalitarismo de Estados opresores como el stalinismo y del horror propiciado por los ya extintos pensamientos racistas y de exclusión eurocéntricos del comienzo del siglo pasado, y lo fueron cada vez que hubo amenazas a la comunidad: hoy este modo comunitario de organización es un paradigma en un mundo que como ha dicho el pensador José Pablo Feinmann retomando la filosofía continental del Congreso desarrollado en San Juan a mediados del siglo XX, “El Ser está atrapado en la angustia de estar solo y ser un engranaje”, dijo el autor de “Qué es la filosofía”.
El trabajo agrario es un elemento central de tradición. Allí en un kibut, nos cuenta una líder de juventudes de notable trabajo en los jóvenes en Belgrano, uno no hace lo mismo todos los años ni siquiera todo el año. Uno aprende las diferentes funciones y “se pone en el lugar del otro” constantemente. Las jerarquías se basan en elecciones internas de quién es, para la comunidad, más interesante al interés colectivo que ocupe qué lugar y no en los capitales previos de la persona.
Fueron pioneros en la igualdad ante la Ley del hombre y la mujer: cada uno según sus condiciones físicas y su experiencia con las cosechas ocupa un lugar que no está predeterminado por pertenecías que no sean una sola. Ser una persona que trabaja y está interrelacionada con su comunidad. No importan las particularidades personales, ni la vida privada, ni la experiencia previa, ni las opiniones políticas, ni ninguna otra condición. Es una nueva oportunidad para retomar la esencia religiosa del religare, volver a unirse con D´ios, Dios o Lo Trascendente.
Las normativas de esta forma de producción son flexibles, adaptándose a cada coyuntura. Por eso se destacan ante un mundo que tiende a acentuar el “yo” por sobre el “nosotros”.