Primera Parte, por Luis Gotte*
Hace poco volvimos a ver la película “Sonidos de Libertad”, dirigida por el mexicano Alejandro Monteverde, producida en 2018 y exhibida en 2023. Este film narra la historia de un agente del Departamento de Seguridad Nacional, equivalente al Ministerio del Interior, que se infiltra en una red de trata de personas y pedofilia en América Hispana y Gringolandia. La película expone la dolorosa realidad de millones de niños y niñas secuestrados, vendidos y explotados sexualmente por políticos, jueces, empresarios, guerrilleros, narcotraficantes y, especialmente, la alta burguesía gringa.
En la actualidad, enfrentamos una realidad en la que hay más esclavos que nunca antes en la historia de la humanidad. La trata de personas y la pedofilia representan formas modernas de esclavitud, con ganancias que podrían superar al tráfico de drogas y armas, utilizando a las víctimas hasta cinco veces al día durante diez años.
Según informes de la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Internacional de Migraciones y Walk Free, hasta septiembre de 2022, aproximadamente 49.6 millones de personas eran víctimas de esclavitud moderna, ya sea forzadas a trabajar o a vivir en matrimonios sin su consentimiento.
En general, el 5% de las víctimas fueron objeto de trata con fines de explotación sexual, el 38% fueron explotadas para trabajos forzados, el 6% sometidas a actividades delictivas forzadas, mientras que el 1% fue obligado a mendigar y en menor número a matrimonios forzados, extracción de órganos y otros fines.
Las mujeres y las niñas siguen siendo los principales objetivos de la trata de personas. De cada 10 víctimas detectadas a nivel mundial en 2020, aproximadamente cinco eran mujeres adultas y dos eran niñas. Alrededor del 20% de las víctimas eran hombres adultos y el 15 por ciento, niños pequeños.
En los últimos años ha aumentado el número de víctimas, y su perfil ha cambiado. La proporción de mujeres adultas se redujo de más del 70% a menos del 50%, mientras que la proporción de niños ha aumentado, de alrededor del 10% a más del 30%. En el mismo período, la proporción de hombres adultos casi se ha duplicado, de alrededor del 10% al 20%.
El informe del Counter Trafficking Data Collaborative (2023) destaca que, en la región de las Américas, el 80% de los casos identificados son de mujeres y niñas, con más del 70% destinadas a la explotación sexual. En esta región, una de cada tres víctimas de trata es menor de edad, siendo Centroamérica y el Caribe las áreas más afectadas. El trabajo doméstico se sitúa como el cuarto sector con la mayor cantidad de víctimas de explotación laboral en América Hispana y el Caribe, según la Organización Internacional de Migraciones.
La iniciativa #EsoEsCuento (organización colombiana), centrada en la prevención del delito de trata de personas y la lucha contra la impunidad de la violencia de género, estima que los tratantes generan alrededor de 150.000 millones de dólares anuales al comercializar a niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres.
Si bien las cifras sobre la trata de personas varían año tras año, la magnitud del problema es innegable. Es imperativo comunicar la realidad y la amenaza que representa este delito en Hispanoamérica.
Además, según el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC), se reportaron más de 69 millones de imágenes y videos de abuso sexual infantil en Internet en 2022, representando un aumento del 50% respecto al año anterior. Estas cifras subrayan la urgencia de una respuesta coordinada y eficaz.
Mientras este delito crece, las detenciones disminuyen en un 11%, evidenciando una impunidad casi total para los responsables, quienes, gracias a su poder económico y político, manipulan la justicia, los medios y las autoridades. Incluso, algunos de ellos recurren al asesinato para eliminar a los testigos o a los que les estorban, como ocurrió con el caso de Jeffrey Epstein, un empresario y pederasta que fue encontrado muerto en su celda en 2019, tras ser acusado de proveer menores a personalidades influyentes.
La película “Sonidos de Libertad” ha generado molestias entre estos delincuentes, quienes intentaron boicotear su distribución. Su estreno cinco años después de la producción y su difusión tardía en América Hispana destacan la resistencia ante la verdad incómoda que presenta. Peor aún, trabajan para ser vistos como “enfermos” y no como delincuentes, hay asociaciones que van en ese sentido.
La película destaca la necesidad de un Tribunal Penal Hispanoamericano que aborde estos delitos transnacionales. La creación de una política continental contra el secuestro y la trata de personas es esencial, involucrando a agencias de seguridad, judiciales, políticas y mediáticas de todos los países de la América Hispana y Angolamérica. Este tribunal podría expandir sus funciones para abordar el narcotráfico, que está relacionado con la trata de personas y la pedofilia.
“Sonidos de Libertad” se presenta como una herramienta de sensibilización y educación sobre una problemática que afecta a millones de niños y niñas en la América Hispana, muchas veces silenciada por los medios y las autoridades. La película nos debe mover a todos ante la iniciativa de impulsar la creación de un Tribunal Penal Hispanoamericano para garantizar justicia, reparación y erradicación de la trata de personas y la pedofilia en el continente, en una realidad que muestra a la niñez desprotegida.
*Escritor y articulista, co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022; y de “Buenos Ayres Humana II, la hora de tu Intendente” en preparación.
La pequeña trinchera
Mar del Plata