El mercado de los entrenadores de la primera división ha estado en el ojo de la tormenta en los últimos meses a partir de extraños movimientos en éste.
El reciclaje de los mismos nombres entre ciertos equipos ha marcado las críticas del mundo del fútbol. DTs que a pesar de sucesivos fracasos no han tenido que acudir al seguro de desempleo.
Técnicos como Sava, Rondina, Madelón, Damonte, Gorosito, De Paoli, Orsi-Gómez, Pusineri, entre otros, son algunos de los que aparecen cuando pensamos esta situación.
Malos pasos por distintos equipos de la Liga Profesional no ha sido un impedimento para desembarcar en otro equipo de primera. En lo que va del presente año resonantes han sido los casos de Sava o la dupla Orsi-Gómez.
A pesar de haber salido de los clubes en los que arrancaron el año, Huracán y Atlético Tucumán respectivamente, en cuestión de muy pocos días Sava asumió en el propio decano tucumano y la dupla agarró Platense tras la salida de Grazzini.
Otro ejemplo es el de Sergio Rondina quien desde el ascenso con Arsenal dirigió otros cuatro equipos donde en ningún equipo pudo sostenerse en el cargo más de un año. En su último equipo, Sarmiento, dirigió sólo seis partidos.
Estos dos casos son simplemente ejemplos de lo que se ha conformado en una regla en el fútbol argentino. Ahora, ¿Por qué ocurre ésto y quienes lo permiten?
Los primeros en permitir ésto son los empleadores de los entrenadores, es decir, los dirigentes de los clubes. Ahora, ésto se puede dar ya sea por ineptitud o complicidad y cesión ante influencias ajenas.
Aquellas influencias se tratan de nada más y nada menos que tanto los representantes como la AFA. Por un lado están los representantes que mueven y sacan tanto DTs como jugadores, de los cuales a partir de ellos comienzan a tejer su influencia en sus equipos.
Por el otro lado está la asociación del fútbol argentino. La AFA por un lado comparte un interés similar al de los representantes, mientras que también ejerce un rol en el que debe aceptar el arribo de los técnicos a los clubes y en muchos casos “sugieren” nombres a los dirigentes.
Esta situación ha sido denunciada por ejemplo por Ricardo Caruso Lombardi. El entrenador explica que el hecho de haber dejado de dirigir tiene que ver con su mala relación con el presidente de la casa madre del fútbol argentino.
Caruso arguye que aquellos equipos que tienen la osadía de contratar técnicos sin la aprobación de Tapia, se ven más tarde perjudicados por los arbitrajes, como lo pudo haber sido Heinze durante su paso por Newell’s. Es por eso que el ex-entrenador de Quilmes piensa que no pudo volver a dirigir.
Manifestarse en cuestiones sensibles como los arbitrajes es la que puede provocar la bajada de pulgar del “Chiqui” a los directores técnicos. El último caso fue el de Carlos Tévez quien consciente de ésto dijo que probablemente no pueda seguir mucho más tiempo dirigiendo en el fútbol argentino.
Este panorama es lo que explica el reciclaje de los mismos técnicos en los clubes de la primera división del fútbol argentino.