En los anales de la historia argentina, un capítulo controversial y cargado de polémica es la Conquista del Desierto, una empresa militar emprendida a finales del siglo XIX con el objetivo de expandir la frontera sur del país y someter a las poblaciones indígenas que habitaban esas tierras. Este episodio, comandado por el general Julio Argentino Roca, ha suscitado numerosas críticas a lo largo del tiempo, mientras se debate su relación con los principios del liberalismo que guiaron a la Argentina de la época.
La figura de Roca, quien fungió como presidente de Argentina en dos períodos no consecutivos (1880-1886 y 1898-1904), es central en este episodio de la historia. Roca, conocido por su papel militar destacado, es recordado principalmente por la denominada “Conquista del Desierto”, una campaña militar llevada a cabo entre 1879 y 1885, destinada a consolidar el control estatal sobre vastas extensiones de territorio en la Patagonia y la Pampa, regiones habitadas por pueblos originarios como los mapuches y los tehuelches.
La polémica en torno a esta empresa militar se centra en la dureza de las acciones tomadas por Roca y sus fuerzas armadas. Se argumenta que la “conquista” implicó la usurpación de tierras ancestrales y la virtual aniquilación de comunidades indígenas, con consecuencias devastadoras para sus modos de vida y cultura. La polémica se intensifica al considerar que estas acciones fueron justificadas en nombre del progreso, la civilización y el control estatal.
Las críticas a la Conquista del Desierto provienen de diversas perspectivas. Por un lado, sectores indigenistas y defensores de los derechos humanos denuncian la violencia desmedida y la discriminación inherente a la campaña militar. Se señala que el avance de las fuerzas de Roca resultó en la desposesión de tierras y la pérdida de vidas indígenas, marcando un capítulo oscuro en la relación entre el Estado argentino y sus pueblos originarios.
Desde una perspectiva más política, algunos críticos argumentan que la Conquista del Desierto no fue simplemente una empresa militar para garantizar la seguridad nacional, sino también una estrategia para consolidar el poder del Estado sobre los territorios recién adquiridos. Se cuestiona si las motivaciones detrás de la campaña eran genuinamente defensivas o si también respondían a intereses económicos y políticos de la élite gobernante de la época.
En el contexto del liberalismo, corriente política que ganó fuerza en Argentina durante el siglo XIX, la Conquista del Desierto también suscita preguntas sobre la coherencia de estas acciones con los principios liberales. El liberalismo promovía la libertad individual, la propiedad privada y la limitación del poder estatal, pero la campaña militar liderada por Roca parecía contradecir estos ideales al imponer la voluntad del Estado sobre las comunidades indígenas y sus territorios.
Algunos defensores de Roca y de la Conquista del Desierto argumentan que, desde una perspectiva liberal, la expansión territorial era esencial para el desarrollo económico y la seguridad nacional. Se sostiene que la consolidación de un Estado fuerte y unificado era necesaria para atraer inversiones extranjeras y garantizar la estabilidad interna, elementos clave para el progreso según la visión liberal.
En conclusión, la Conquista del Desierto encierra una compleja red de controversias, críticas y debates en torno a la figura de Julio Argentino Roca y sus acciones. La polémica persiste hoy en día, recordándonos la importancia de analizar la historia desde múltiples perspectivas y de reflexionar sobre cómo eventos pasados han influido en la configuración de la Argentina contemporánea. La relación entre la Conquista del Desierto y los principios del liberalismo sigue siendo un tema de discusión, invitando a la reflexión sobre la tensión entre la búsqueda del progreso.
Héctor Cordero. Historiador.