La crisis económica que atraviesa Argentina desde hace décadas parece no tener fin. Los sucesivos planes económicos que han intentado resolver los problemas de inflación, deuda, pobreza e indigencia han fracasado estrepitosamente, dejando un panorama desolador para millones de argentinos. Sin embargo, ¿es la economía la única causa de esta situación? ¿O hay otros factores políticos e institucionales que impiden el desarrollo de la patria? Creemos que, el problema de Argentina no es económico, sino político, y que la solución pasa por una reforma profunda del sistema de gobierno, que permita una mayor descentralización, autonomía y participación de las provincias y los municipios.
Desde la organización nacional en 1861, Argentina ha adoptado un régimen centralista, que concentra el poder político y económico en el gobierno central, y que ha marginado y sometido a las provincias y los municipios. Este régimen ha generado una serie de distorsiones y desequilibrios, que han afectado negativamente al desarrollo de la comunidad nacional. Algunos de estos problemas son:
.- La falta de representación y de voz de las provincias y los municipios, donde los senadores y diputados responden más a los intereses de los partidos políticos y de los grupos de presión que a los de sus electores.
.- La dependencia financiera y administrativa de las provincias y los municipios del gobierno central, que les impide gestionar sus propios recursos y brindar servicios públicos de calidad a sus vecinos.
.- La pérdida de identidad y de cultura de las provincias y los municipios, que han sido despojados de su historia, de sus tradiciones y de sus valores, por una visión homogeneizadora y centralista de la nación, situación que se acentúa en las últimas décadas con el avance de la progresía del Grupo de Puebla.
.- La falta de un modelo productivo nacional, que aproveche las potencialidades y las ventajas comparativas de cada región, y que promueva la diversificación, la innovación y la competitividad de la economía.
.- La concentración demográfica y urbana en la Región Metropolitana de Buenos Ayres, que genera problemas de infraestructura, de transporte, de vivienda, de seguridad, de salud y de educación, como el avance del narcotráfico y que provoca la migración y el abandono de la región surera bonaerense.
Ante esta realidad, se propone la necesidad de implementar un real sistema federal de gobierno, que respete la autonomía y la independencia de las provincias y los municipios, y que les otorgue mayores facultades y competencias para administrar sus asuntos internos. Que reconozca la diversidad y la pluralidad de la Argentina, y que fomente la cooperación y la solidaridad entre las distintas regiones. Un sistema federal que impulse un modelo productivo nacional, que se base en el desarrollo local y regional, y que genere empleo, ingresos y bienestar para la población y garantice la participación y el control comunal sobre los representantes políticos, y así se fortalezca la democracia y el estado de derecho.
Argentina se enfrenta a un desafío histórico: superar la crisis económica y social que la aqueja desde hace décadas, y que ha deteriorado la calidad de vida de sus habitantes. Para lograrlo, no basta con aplicar medidas económicas coyunturales, que solo sirven para paliar los síntomas, pero no para curar la enfermedad. Se requiere una transformación política e institucional, que cambie el sistema de gobierno, y que permita una mayor descentralización, autonomía y participación de las provincias y los municipios. Solo así, Argentina podrá recuperar su potencial, su identidad y su soberanía, y constituir un futuro mejor para todos.
Luis Gotte
Coautor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022 y “Buenos Ayres Humana II, la hora de tus intendentes” en preparación.
Mar del Plata