Victoria Villarruel es una mujer de misa dominical. De eucaristía dominical: gracias a Victoria muchos católicos, que no somos liberales, perdimos el miedo a ser católicos. A decirlo, hasta el domingo pasado ser hombre, católico y creer en Dios, en circuitos de clase media atea (algunos barrios de Buenos Aires donde hay amor por el pecado: amor por matar. No hace falta ya ningún vehículo de color alguno. Con el aborto se mató, desde aprobada esa legislación heresiarca, votada por heresiarcas y en la oposición, como una hidra de lerna, otros heresiaecas que practican herejías como el luteranismo, se arrogaron ser “providas”) era ser un imbécil.
Creer en Dios, hasta Milei, era ser un pelotudo. Vaya uno a la UBA y lo verá.
Voy a reivindicar a una persona que conozco mucho, Grabuá. El dice a los cuatro vientos “estoy en contra del aborto”. Pero en una marcha que este cronista fue con personas muy buenas, militancias rentadas, diligencias funcionarios nacionales, en “la mesa chica”, quienes caminábamos adelante en un tractorazo por San Cayetano, vimos que Juanchi es una voz solitaria en el movimiento: uno creyó que era territorio amigo y reivindicó al Papa. Dirigentes dijeron las peores blasfemias que uno ha oido ¿Cuántos de estos trabajadores sociales con contratos estatales son bautizados? Lo mismo ocurre en algunos grupos pseudocatólicos que son socialdemócratas y no hablan de comunidad organizada: los sacramentos son vanos, hay que ser idólatra de lo hormonal. Idolatrar a Messi.
No es así en el Grupo Evita, donde abundan las personas de fe y el movimiento de los sacerdotes, parte de la Santa Iglesia, Caritas, lo mismo. Y el Hogar de Cristo del Padre Pepe, con quien tenemos un amigo común, el director de una editorial. Y otra amiga en común que nos dijo donde ubicarlo. No queremos molestarlo.
Pero pregunto ¿los argentinos católicos tenemos derecho de insultar a un cura? ¿podemos ser heresiarcas? ¿hay herejes en la Argentina? La última pregunta, no. Ni siquiera hay fe. Hasta el 10 de diciembre hay ateísmo práctico. Distinto y distante a Juan Domingo Perón. El peronismo, si le sacan como le pidieron a la Vicegobernadora el concepto humanista y cristiano desaparece.
Después de Isabel Peron no había otra Vicepresidente Católica.