Ante esta realidad preocupante, es necesario reflexionar sobre la importancia de generar compromisos y buscar mayorías para llevar a cabo las necesarias transformaciones políticas que nuestra comunidad nacional requiere, en particular la Provincia de los Bonaerenses.
En primer lugar, es fundamental entender que en política no existen enemigos, sino adversarios. El respeto por nuestras ideas y la diversidad de opiniones son pilares fundamentales en una verdadera democracia. No debemos permitir que las diferentes ideologías europeas, liberales y progresistas, nos dividan y nos impidan alcanzar acuerdos en beneficio de la Patria y su pueblo.
En segundo lugar, debemos reconocer la relación de subordinación internacional, los errores políticos del pasado y trabajar juntos para corregirlos. La falta de unidad y la preeminencia de los intereses de minorías han frenado el desarrollo y la producción de nuestro país. En ello hay mucha responsabilidad en los aún vigentes decretos militares que perpetúan un régimen centralista de gobierno y fortalecen el poder de los centros financieros en detrimento de la producción nacional. Ni la conducción política ni el legislativo nacional han intentado derogarlos.
Es urgente un Modelo Argentino para el Proyecto Nacional que aborde la difícil situación que atraviesa Argentina, precisamos que el capital, el trabajo y el poder político definan una línea de acción política. Las decisiones fallidas tomadas desde 1983 hasta hoy, han generado un escenario de incertidumbres y temores en nuestra comunidad. Estos temores, en algunos casos, llevan a una dependencia excesiva y casi mesiánica hacia ciertos líderes ideologizados, mientras que en otros casos generan desprecio hacia la casta política o indiferencia. Debemos trabajar para recuperar la confianza de la comunidad nacional hacia sus políticos y, así, lograr un sistema de representación más sólido y justo.
Por otro lado, es imprescindible retomar los principios fundamentales de nuestra Constitución Nacional. La división de poderes y el sistema federal de gobierno deben ser respetados y fortalecidos. Las autonomías provinciales y municipales deben tener voz y voto en las decisiones que afectan a sus territorios. Solo de esta manera podremos constituir una Argentina más equitativa y justa. Es un tema de fundamental importancia, que no está en agenda política.
Para lograr estos cambios es necesario dejar atrás el individualismo y el egoísmo que nos han caracterizado en las últimas décadas. Debemos superar las grietas y las confrontaciones que solo nos dividen y buscar, por medio de la persuasión, las mayorías que permitan avanzar hacia un futuro mejor.
En ese sentido, es preocupante observar el panorama político actual. Los políticos tienen altos niveles de rechazo en la comunidad y no despiertan interés en el pueblo. La democracia argentina está debilitada y se vislumbran tiempos sombríos. Es necesario que las fuerzas políticas reflexionen sobre esto y busquen alternativas que permitan fortalecer la representación popular y garantizar nuestras libertades políticas, de expresión y de opinión.
Hoy se realizará un nuevo debate presidencial antes de las elecciones generales del 22 de octubre. El escenario será en el Centro de Convenciones Fórum, en la ciudad de Santiago del Estero, madre de ciudades y del federalismo y una de las más postergadas del país. Allí confrontarán cinco candidatos que aspiran a ocupar la Casa Rosada por los próximos cuatro años: los liberales Sergio Massa, Patricia Bullrich y Javier Milei; el peronismo cordobés de Juan Schiaretti y los nostálgicos de Carlos Marx, Myriam Bregman.
Lamentablemente, lejos de ser una oportunidad para el intercambio de ideas y propuestas, el mismo se perfila como una pelea en el barro, donde los candidatos buscarán descalificar y enchastrar a sus enemigos, sin ofrecer propuestas concretas a los problemas que aquejan a los argentinos. Los cinco candidatos arrastran altos niveles de rechazo e impugnación por parte de la población, que los percibe como representantes de intereses ideológicos y corporativos, y no como líderes capaces de conducir el destino nacional.
Según las últimas encuestas, ninguno lograría superar el 35% de los votos, por lo que se prevé un escenario de ballotage entre los dos más votados. Sin embargo, esto no implica una mayor legitimidad popular, ya que solo refleja la voluntad de una minoría de electores que concurrieron a las urnas. La mayoría del pueblo argentino se muestra desencantado e indiferente ante la oferta electoral, solo les quedará rezar.
Esta situación de indiferencias, desinterés, apatías, revela la debilidad de la democracia argentina, que se encuentra amenazada por el avance de tendencias autoritarias, centralistas y sectaria, que socavan la representación política, la república y el federalismo. Estas tendencias se expresarán en la concentración del poder en manos del Ejecutivo nacional, la subordinación del Congreso y la Justicia al oficialismo, la cooptación de los gobernadores y los intendentes por el clientelismo fiscal, la manipulación de los medios de comunicación masiva por parte de grupos económicos y políticos, y la violación sistemática de los derechos políticos y las libertades civiles.
Ante este panorama sombrío, es necesario recuperar el valor de la política como herramienta para el bien común, el diálogo como método para el consenso y el disenso, y la participación como forma para el control y la fiscalización. Solo así se podrá constituir una Comunidad Organizada más fuerte, una república más transparente y un federalismo más equitativo para una Nación Justa Libre y Soberana.
Luis Gotte
La pequeña trinchera
Mar del Plata