Tim Gurner es un magnate australiano de 40 años. Tiempo atrás entrevistado por el programa 60 Minutes en el que le preguntaron cómo hizo para crear su imperio valuado en 3.500 millones de euros su respuesta fue más que ilustrativa: “Cuando intentaba comprar mi primera casa no iba comprando tostadas con palta por US$20 y cuatro cafés por día de US$4 cada uno”.
No es una frase casual, al contrario, Gurner se refiere a un hábito muy común entre los millennials que tiene a la palta en el podio de su alimentación. Especialmente en Estados Unidos y Australia, es muy común que desayunen tostadas con palta que son todavía más caras que comprar la fruta y hacerlo en casa.
Y claro que con los cafés se refiere a la costumbre del café para llevar a toda hora. Para él este gasto permanente es una característica de la generación que no frena para pensar qué de lo que hace a diario repercute en su vida a largo plazo.
“Estamos en un momento en el que las expectativas están muy, muy altas. Quieren comer afuera, viajar cada año. La gente que hoy es propietaria de una casa trabajó muy, muy duro por eso. Ahorró cada centavo”. Claro que los millennials le respondieron en las redes sociales con un claro “dejanos comer nuestra tostada con palta en paz”.
Añadió además que estamos adentrándonos en una nueva realidad en la que mucha gente no tendrá una casa en su vida y aseguró que está seguro de que los jóvenes no podrán adquirir una vivienda nunca porque están gastando mucho dinero en “tostadas con palta y cafés” sin ni si quiera trabajar.
Pese a las críticas, Gurner no es el primero en indicar que la pasión de los jóvenes por los desayunos en cafeterías, como metáfora de una vida cara y de cara a las redes sociales, hace más difícil la adquisición de viviendas.
El demógrafo Bernard Salt mencionó que si los jóvenes dejaban de ir a las cafeterías de autor, podrían comprar propiedades. “He visto a jóvenes pidiendo palta con queso desmenuzado en un pan tostado de cinco cereales por 25 euros” y continúa explicando que él podría permitirse este desayuno porque ya tiene una edad y una familia criada, pero se pregunta “¿Acaso pueden los jóvenes darse el lujo de comer así? ¿No deberían ahorrar comiendo en casa? 20 euros varias veces a la semana podrían ir como anticipo de una casa”.
Un poco más en consonancia con nuestra realidad argentina, los precios porteños en cafeterías de autor de un desayuno con una tostada de palta y café con leche (ahora latte), esta en el orden de los $4.000 a $6.000 según bar y zona. Precios pesificados, pero la realidad de los millennials en todo el mundo está calcada, no importa la nacionalidad, se viene una generación con escaso a nulo acceso a su propia vivienda.