En las enseñanzas budistas uno de los puntos más importantes es el de la motivación. Planificar algo antes de realizarlo y hacerlo con una buena motivación, es lo mejor en todas las circunstancias. El budismo nos habla de tres objetivos que podremos alcanzar dependiendo de la motivación con la que realicemos los actos. Así como a nivel mundano si queremos lograr un determinado objetivo necesitamos prepararlo todo de antemano, igualmente el budismo nos dice que si queremos lograr uno de estos tres objetivos hemos de planificarlo ahora, en esta vida. No preocuparnos por el futuro, en general, es considerado algo erróneo o propio de una persona inmadura.
Las enseñanzas budistas nos plantean algo similar ya que en ellas se nos explica lo importante que es prepararnos para el futuro que queremos construir. Y es que no tenemos que pensar solo en el presente sino que tenemos que pensar en lo que deseamos para el futuro. Pero el futuro en el budismo significa pensar en las próximas vidas y no se refiere a pensar solo en lo que falta por venir de la vida presente. En los tres niveles de práctica que se explican habitualmente en el budismo se buscan conseguir tres objetivos diferentes. El primer nivel de práctica, busca la felicidad de las vidas futuras y para ello uno reflexiona sobre el tipo de renacimiento que puede tener en la vida futura.
Se analiza si será un renacimiento afortunado o desafortunado y se reflexiona sobre las causas que nos llevan a uno u otro tipo de renacimientos. Para conocer cómo crear esas causas necesitamos estudiar y prepararnos. La base de esto es creer en las vidas futuras y la mayoría de las religiones, en una u otra forma, hablan de una transcendencia a esta vida. Así, en este nivel de práctica, debemos afianzar la práctica de la ética, la generosidad y las demás acciones virtuosas para asegurarnos de un renacimiento afortunado. Este futuro lo vamos creando cotidianamente con relación al tipo de acciones que cultivemos: positivas o negativas. El bienestar proviene de las acciones positivas que realicemos con nuestro cuerpo, palabra y mente y el malestar proviene de las acciones incorrectas que realicemos. Nos aseguramos de contar con otro renacimiento humano al cultivar acciones positivas con nuestro cuerpo, palabra y mente.
Cultivar acciones virtuosas se refiere, en primer lugar, a evitar las acciones negativas. Y las acciones negativas principales son diez: tres del cuerpo, cuatro de la palabra y tres de la mente. Las relacionadas con el cuerpo son no matar, no robar y tener una conducta sexual errónea. Incluso a nivel mundano, estas acciones se consideran negativas. Las propias leyes de nuestra sociedad prohíben y castigan el matar, el robar. Estas tres acciones negativas son acciones que debemos de evitar. Las acciones virtuosas se refieren a evitar matar y a respetar la vida, en particular, incluso a costa de nuestra propia vida. Un buen practicante estaría dispuesto a ser matado antes que matar a alguien. A este grado de compromiso tenemos que pretender llegar para protegernos de cometer acciones negativas. Para conseguir riqueza en el futuro tenemos que practicar la generosidad y si queremos contar con belleza tenemos que practicar el amor a los demás y la paciencia. Al protegernos de crear causas negativas evitamos que aparezcan resultados desagradables.
¿Cómo nos puede beneficiar en esto el estudio?Mediante el estudio y análisis conocemos como se origina el sufrimiento y la felicidad, qué acciones conducen a experiencias no deseadas y qué acciones traen la felicidad que deseamos. Cuando no realizamos acciones negativas nos protegemos de experimentar malestar o sufrimientos en el futuro y, al mismo tiempo, a nivel social se reconocerá nuestra actitud. Por ejemplo, si no mentimos seremos respetados y seremos bien considerados por los demás. Al recordar la ley de causa y efecto podremos, cuando experimentemos problemas, recordar la práctica del zen que consiste en tomar el sufrimiento de los demás y devolverles la felicidad. Debemos recordar, también, que fuimos nosotros los que creamos las causas para los sufrimientos que experimentamos. Es como cuando se nos quema la comida que estamos preparando: nosotros mismos hemos de atenernos a las consecuencias de ello. Cuando nos encontremos en situaciones desagradables nos debemos plantear si podemos hacer algo para resolverlas o no, no sirve de nada angustiarse y preocuparse cuando un problema no tiene solución, sólo aumenta el sufrimiento y ese malestar mental es más doloroso que el malestar físico. Todas estas reflexiones y formas de pensar las debemos asentar con el estudio. En cuanto a los problemas físicos, la práctica budista puede ayudar a resolverlos aunque su eliminación dependerá de haber creado las causas por nuestra parte. Lo más correcto ante los problemas físicos como enfermedades y demás es acudir al médico para intentar curarnos.
Con relación a la mente, las enseñanzas nos pueden ayudar a resolver totalmente los problemas que se nos planteen. Algunas personas recitando mantras y oraciones han logrado recuperarse de sus enfermedades pero estos resultados dependerán de los méritos que hayamos acumulado previamente. Si contamos con muchos méritos será más fácil recuperarnos de una enfermedad que si no es así. A nivel mental si experimentamos problemas podemos usar el análisis para rebajar dicho sufrimiento. El apego, por ejemplo, nos puede provocar mucho sufrimiento y nos hará infelices pero aplicando las enseñanzas y reconociendo que este problema no solo nos afecta a nosotros podremos llegar, poco a poco, a aminorarlo y a controlarlo. Desde tiempos sin principio, estamos muy familiarizados con el apego y, por eso, surge con tanta facilidad.
La referente budista escribió estas líneas, Guiese Lamsarg, autorizando su reproducción en 3RA Posición