TEORÍA Y PRÁCTICA
[Las Canciones de Militis – Cabildo Nº 589 28/5/1944]
Si por nacionalismo se entiende un fenómeno histórico sociológico del mundo actual aparecido después de la guerra del 14, que pretende ser la solución al problema político contemporáneo entre la insuficiencia indudable de la solución liberal y la falsedad manifiesta de la solución marxista, entonces eso todavía no tiene doctrina.
Entre nosotros hay que dar otra definición de nacionalismo: una cosa todavía informe, compuesta de dos elementos sentimentales: una repulsión total hacia el estado de cosas llamado «régimen», unida a una viva emoción de patria.
Entre la pura teoría (que es filosofía) y la pura práctica (que es arte política) existe una zona media en donde la idea se encarna y en donde el problema singular se intelectualiza.
Eso se llama doctrina política.
Y eso es absolutamente necesario para fijar el médano. La idea es el viento. Los hechos son la arena. El árbol es la doctrina que se nutre de los dos.
Doctrina significa una cosa que se puede enseñar.
El Evangelio es la idea. La práctica son los hechos concretos de los cristianos. La doctrina son el Canon, las obras de los Padres, la Teología, la Liturgia, la Moral, el Derecho Canónico.
Hay que pensar la patria, y no basta hacer muchos discursos, muchos cambios de personal técnico…
Le temo al vicio capital de la mente argentina que es la improvisación.
Le temo a los sabelotodo, a los avivados, a los explosivos, a los facilones, a los practicones, a los suficientes, a los presuntuosos, a los precipitados, a los copistas, a los plagiarios, a los agitados, a los aplebeyados, a los eufóricos y a los fanáticos.
San Juan de la Cruz dijo: «Hay algunos que se arrojan impetuosamente a la acción careciendo de contemplación. Creen que van a salvar al mundo con sus predicaciones y sus obras. ¿Qué hacen ellos en el fondo? Muy poco bien. Algunos nada. Otros positivamente dañan».