Autor Lucas Ignacio Verduci
Michel Foucault, en su vasta obra sobre el poder y el saber, estudió cómo las sociedades han construido categorías de normalidad y anormalidad. Desde su “Historia de la locura en la época clásica” hasta sus análisis sobre la biopolítica y la gubernamentalidad, Foucault mostró cómo las instituciones disciplinarias, como la psiquiatría y la medicina, han definido y controlado las subjetividades desviadas. En este sentido, la neurodivergencia puede analizarse desde su pensamiento como una categoría que emerge de discursos médicos y normativos, en los cuales se establecen distinciones entre mentes “normales” y “anormales”.
La construcción de la diferencia
La neurodivergencia engloba condiciones como el autismo, el TDAH, la dislexia y otras configuraciones cognitivas que han sido interpretadas históricamente desde una perspectiva patologizante. Foucault nos invita a cuestionar cómo estas distinciones han sido producidas dentro de sistemas de poder-saber, que no solo describen realidades, sino que también las crean y legitiman. Así como la locura en el siglo XVII fue marginada mediante prácticas de confinamiento, la neurodivergencia contemporánea es a menudo gestionada a través de diagnósticos clínicos que dictaminan quién necesita tratamiento y adaptación para ajustarse a la norma.
Biopolítica y normalización
Desde la perspectiva foucaultiana, la neurodivergencia no es solo un hecho médico, sino un fenómeno biopolítico. Las sociedades modernas regulan los cuerpos y las mentes a través de dispositivos como la educación, el trabajo y la salud mental, estableciendo criterios sobre qué formas de cognición son productivas y cuáles deben ser corregidas. La medicalización de la neurodivergencia, con su énfasis en la farmacología y la terapia conductual, puede entenderse como una tecnología de poder que busca moldear los sujetos para hacerlos funcionales dentro del capitalismo neoliberal.
Resistencias y subjetivación
Sin embargo, Foucault también nos ofrece herramientas para pensar la resistencia. La neurodivergencia, al desafiar los límites de la normalidad, puede ser vista como una forma de subjetivación alternativa, donde los individuos y las comunidades resignifican su experiencia y reivindican sus derechos. Movimientos como el del neurodiversity pride o la lucha contra la patologización de la diversidad cognitiva pueden interpretarse como contra-conductas que rechazan las imposiciones normativas y proponen formas de vida fuera del modelo hegemónico.
Conclusión de Lucas Verducci
Desde la perspectiva de Foucault, la neurodivergencia no es simplemente una categoría médica, sino un campo de disputa dentro de los juegos de poder que configuran las sociedades contemporáneas. Analizarla a través de sus conceptos nos permite comprender cómo las instituciones y los discursos han modelado la diferencia, pero también cómo pueden surgir espacios de resistencia y nuevas formas de subjetividad. Frente a la hegemonía de la normalización, el pensamiento foucaultiano nos invita a explorar la posibilidad de un mundo donde la diversidad cognitiva sea afirmada en lugar de corregida.
Lucas Ignacio Verducci. Para Revista Combates y Debates del ICSEAR instituto dirigido por Ulises Boissonett. El autor ha publicado una docena de papers sobre Sociología y Salud Mental.
Lucas Verduci nació en Buenos Aires en 1991. Ciudad donde reside.